Jaime Aparicio tiene signado su destino por la letra A. Es arquitecto¸ astrónomo aficionado y por lo que más se recuerda: atleta. Su nombre se volvió imborrable desde aquel 28 de febrero de 1951 cuando en el estadio River Plate¸ de Buenos Aires ganó la medalla de oro en la carrera de los 400 metros vallas. Así se convirtió en el primer campeón panamericano que tuvo Colombia.